«Turismo nacional en terapia intensiva: ajuste, dólar barato y desplome de viajeros»
La fotografía actual del turismo argentino revela una paradoja alarmante: mientras se dispara la salida de turistas locales al exterior, se desploma la llegada de visitantes extranjeros y, al mismo tiempo, se apaga el turismo interno, golpeado por la crisis económica y la falta de políticas de estímulo. Una triple fractura que impacta no solo en la industria turística, sino también en las reservas del Banco Central y en la frágil estabilidad macroeconómica del país.
El último informe de turismo internacional del INDEC dejó en evidencia un fenómeno que ya es tendencia: durante marzo de 2025, más de 1,3 millones de argentinos viajaron al exterior, duplicando la cifra del mismo mes de 2024. Los destinos preferidos fueron los países limítrofes, como Chile (+170,3%), Uruguay (+104,2%) y Brasil (+99,4%), alentados por un tipo de cambio atrasado que vuelve más atractiva la salida que el consumo interno.
En contrapartida, la llegada de turistas extranjeros a la Argentina cayó un 24%. Ya no somos una «oferta barata» para el mundo. El derrumbe fue aún más drástico entre los excursionistas —aquellos que cruzan la frontera por el día—, el número cayó un 27,3% interanual. La pérdida de competitividad cambiaria no solo desalienta las visitas, sino que también golpea de lleno a sectores tradicionales del turismo receptivo.
Turismo interno: entre el ajuste y el desencanto
A puertas adentro. El último fin de semana largo de Semana Santa fue un termómetro preocupante para el turismo interno, especialmente en la provincia de Buenos Aires. Según la Subsecretaría de Turismo bonaerense, el flujo de turistas cayó un 47,3% respecto a 2024, y un 11% si la comparación se realiza contra 2023, cuando hubo igual cantidad de días feriados.
Entre el miércoles 16 y el domingo 20 de abril, apenas 466.939 turistas viajaron dentro de la provincia, una merma absoluta de casi 420.000 visitantes en relación al año pasado. La ocupación hotelera también se desplomó, cayendo de un 79,7% en 2024 a un magro 57,2% este año.
«Ya no se trata de una tendencia, sino de una consolidación de la crisis del turismo interno», advirtió Soledad Martínez, subsecretaria de Turismo bonaerense. Según su análisis, el ajuste económico implementado por el gobierno nacional, sumado al atraso cambiario y a la falta de políticas de incentivo al turismo interno, erosionaron la posibilidad de descanso de millones de argentinos.
Pese al desplome en la cantidad de visitantes, el gasto turístico real en Semana Santa creció un 10,3% respecto a 2023. La explicación está en la inflación: menos turistas, pero que gastan más en términos nominales. El gasto diario por persona en la provincia de Buenos Aires pasó de $9.372 en 2023 a $77.079 en 2025, reflejando un encarecimiento brutal de la oferta turística.
El perfil del viajero también cambió: hoy viaja menos gente, por menos días, pero dispuesta a gastar más durante su estadía, impulsados más por la inflación que por un consumo voluntario.
La crisis del turismo no es un fenómeno aislado: tiene consecuencias económicas directas. Según datos del Banco Central, durante marzo las reservas cayeron en US$3.131 millones, cerrando en US$24.986 millones, antes del refuerzo proveniente del nuevo acuerdo con el FMI.
La cuenta corriente cambiaria, que mide la entrada y salida de divisas, registró en marzo un déficit de US$1.674 millones, el mayor en lo que va de la gestión de Javier Milei. Buena parte de ese agujero tiene nombre y apellido: turismo emisivo. Solo en marzo, el gasto neto de argentinos en el exterior —pasajes, hoteles, consumo con tarjetas— fue de casi US$800 millones.
Desde hace diez meses salen más dólares de los que entran al país, una dinámica que fue alimentada por la percepción de «dólar barato» tras la apertura del cepo cambiario, que dejó al tipo de cambio oficial debajo de los $1.200.
Así, el superávit de US$12.123 millones logrado en los primeros seis meses del gobierno de Milei se evaporó casi en su totalidad, consumido por la fuga de divisas, fundamentalmente por turismo, importaciones y servicios.
El reflejo roto de un modelo sin fomento interno
Mientras la demanda interna de viajes colapsa y el turismo receptivo pierde atractivo por la apreciación cambiaria, el sector se enfrenta a una tormenta perfecta: menos visitantes, más costos y menos ingresos en dólares. La ausencia de un plan de estímulo al turismo interno, denunciada por provincias como Buenos Aires a través del Consejo Federal de Turismo, agrava aún más la situación.
El caso de la provincia de Buenos Aires ilustra el problema nacional: si no se revierte la sangría de turistas locales al exterior, ni se reconstruye el atractivo de viajar dentro del país, el turismo argentino corre el riesgo de convertirse en una actividad de nicho, cada vez más inaccesible para las mayorías.
Con una economía estrangulada por la falta de dólares, la crisis del turismo no es un síntoma más: es una señal de alerta roja para el futuro inmediato.